Rinconcito
de magia y proyectos con color
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A
pesar de memorizar de antemano el mapa de Blackadder,
me
perdi igual en el campo de batalla. El rastro de una aurora boreal me
llevo a uno de los bosques. Con un libro de adivinanzas bajo el brazo
(lo de los chistes lo deje por imposible), y una sota de bastos en el
bolso, decidi, esta vez seriamente, cambiar mi nombre por Alicia y
probar a reinventarme, en la not
wonder but “hippy land”.
Igual no es exilio
pues no hay rechazo a la patria, huida, ni dolor. Es mas curiosidad,
la curiosidad por lo desconocido y esa eterna inquietud de alcanzar
aquello que apenas si se toca de puntillas.
Despues de todo
este tiempo lejos hay cosas que uno aniora (suspiro) y forman una
especie de congoja que raras veces (pero alguna) nubla la vista.
Yo creo que lo que
mas echo de menos es el humor, el reirme a carcajadas, las bromas y
los chistes. Uno fuera tiene que ser precavido, politicamente
correcto, educado, entender que las bromas tienen un marco cultural y
por tanto pueden no sentar bien o simplemente no entenderse en el
contexto. Cada vez que veo frustrada mi intencion de expresar ese
flash de hilariedad que se pinta unico y barbaro a mis ojos, me entra
esa nostalgia, esa morrinia...(“adios rios, adios fuentes”,
“adios Rosalia mia”).
Me imagino al loco
que pintaba Mendoza en el sanatorio con aquella enfermera que trataba
de acercarle una bebida mientras el deliraba obscenidades, o a Gurb,
el extraterrestre que hacia sandwiches en el techo bocabajo, pues
para el la no-gravedad era tan valida como el estar cabeza arriba. Me
rio de pensar en el hombre que entro en aquel momento donde Gurb
estaba y que, por despistado, borracho o vaya usted a saber que le
picaria a aquel pobre insensato, ni cuenta se dio de que la situacion
era propia de un dibujo de Escher.
A mi viene el
recuerdo de mi tio y su amigo sordo y de las bromas que le gastaba en
la universidad a la hora de coger apuntes. Mi tio miraba serio al
catedratico. Escuchaba, y de repente, como si alguien hubiese soltado
a la liebre, se lanzaba a tomar notas desenfrenadamente, a una
velocidad de vertigo. El pobre Antonito, que era sordo de ambos
oidos, copiaba y copiaba los apuntes de mi tio, hasta que el
boligrafo se derretia por la friccion y la velocidad. Entonces era
cuando mi tio concluia sus apuntes con una nota al pie, tal como
“Antonio, espero que no hayas copiado esto pues me lo acabo de
inventar”, y era cuando veias a Antonio saltando de rabia en su
silla, sus manos listas para extrangular a mi tio, que reia y reia a
carcajadas.
Al decir la
palabra “destornillante”, recuerdo con gracia el ridiculo que
pasamos un Halloween, cuando siendo adolescentes nos vestimos de
“leche”, con cartelitos que anunciaban, “soy la leche”, y
aquellas sabanas blancas cubriendo todo indicio de forma femenina..
La cara enharinada, cartones de COVAP y para ampliar el surrealismo
pendientes de flamenca blancos, buscando la hilariedad en lo absurdo
e incoherente. Recuerdo que fuimos a aquella fiesta donde los chicos
vestian de chaqueta; las chicas con escotes hasta la cintura y que si
hubiesen tenido un cartel colgando de su cuello como nosotras hubiese
sido probablemente una etiqueta.
Pero, que puede
hacer el inmigrante para disfrutar de la gracia del lenguaje cuando
uno no domina la lengua donde habita, cuando la barrera cultural
lapida la siquiera ilusion de los dobles sentidos, de la gracia
innata de un acento surenio, de la picardia de un chiste.
Echo de menos a
Zipi y a Zape, al gran Wyomi, al “si hay que ir se va...”.
Extranio las noche de verano, tirados en la plaza, contando chistes
hasta entrada la maniana, y la sensacion de que me falta el aire, que
se me sale la mandibula, que me duele la barriga de tanto reir...
Es cierto que para
de veras integrarse en este tu nuevo pais uno ha de interiorizar (al
menos intentarlo) su cultura, que cosas son y cuales nunca seran
consideradas “divertidas”. Cuando uno verdaderamente entiende
estos detalles del lenguaje se podria decir que ha alcanzado el
status de igual. Te hace pertenecer, te hace integrarte en tu nueva
comunidad. Es el principio de un nuevo tu, es el primer paso de un
irreversible
joining in. Pero
hasta entonces...hasta entonces viviremos un poco como al margen,
usando la lengua para comunicarnos, con las palabras ligadas con
silencios para reflexionar antes de decir. Permaneceremos un poco
como ausentes, limitados a un humor visual o grafico. Seremos, pero
seremos un yo incompleto y siempre de lado a una sociedad que solo
nos pertenece a medias pues nos priva (quiza solo temporalmente) del
derecho humano de reir a carcajadas.
Marta Terremoto. Estocolmo. 8 de junio de 2012.