Thursday, January 16, 2014

MUJER QUE SE ENAMORA DEL AIRE

                                                                              Para Marta C. Pensando ¡en el aire!

Hoy al desayuno,tomé una de las bolitas negras que cayó del árbol de la falsa pimienta en que nos cobijábamos de niños.

No sé cómo llegó a mi mano ni a mi paladar.

El efecto fue inmediato:

                               enredaderas creciendo de mi pecho, plumas y luz de la nada.
                               Los ojos, cubiertos por una cortina de sudor salado,
                               engañando a lo que fueran rayos.


Te vi discontínuo,
a una distancia equivocada,
difractado sobre el horizonte.
El tú principal, de frente. Irradiando intensamente.
Los tús secundarios, cada vez más atenuados.
Si supiese calcular a qué distancia estás te cogería de la mano.
Te suplicaría que me acompañases.
Pero la luz en un medio tan inhomogéneo no sigue una línea recta.
Manotazos en el aire. Aquí no hay nada.
Si estuvistes, ya te pierdo.


Es casual que al apretar los dedos descubra el fruto de pimienta que, entonces, no debí tomar, falsa alarma.

Y si sonríes es porque sabes que, hace poco, me volvieron a nombrar. Curiosamente:

                                                “Mujer que se enamora del aire“.

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