Que el final llegue silenciosamente.
Con dolor.
Piececitos desnudos que danzan al borde del acantilado.
Es un baile extenuante, de luces y sombras.
Implica saltos; desenfreno.
Risas. Silencio.
Puede que al pisar hagamos rodar una piedra,
un canto redondeado y libre,
que tras caer cientos de metros se hunda en un arroyo,
y al hundirse suene durante un instante,
con un sonido que bien pudiera ser su canto.
El canto del canto.
Dicen que cuando el canto canta,
el miedo le contesta.
Y es entonces cuando nos damos cuenta de la cercanía del abismo.
De su infinta profundidad.
Me preguntas qué es el miedo.
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